¡Nos casamos!
Fran y Joe
Madrid os espera
Madrid es la ciudad que vio crecer a Fran. Creemos que Madrid encapsula nuestras dos culturas, allí donde la tradición española se mezcla con la hospitalidad típica del sur de los Estados Unidos. Si no tienes la suerte de haber crecido o de vivir en Madrid, piensa en los topicazos españoles y acertarás. Plazas y calles estrechas, mucho sol, tapeo, tardeo y risas nocturnas. Pero además podrás disfrutar de una arte de primera y una arquitectura histórica con toques modernos. ¿Playa? A cuatro horas, sí. ¿Cultura mediterránea? En cada mesa: comer sin reloj, sobremesas eternas y un ritmo que antepone familia, amigos y conversación. Justo lo que queremos para nuestra celebración.
Un lugar histórico y tradicional
El Antiguo Convento de Boadilla del Monte
Hemos elegido El Antiguo Convento de Boadilla del Monte como lugar para la ceremonia y la celebración de nuestra boda. A tan solo 15 km al oeste del centro de Madrid, este espacio fundado en 1674 recibe a todos con el encanto clásico de otra época y una gran calidez. Nacido como convento de las carmelitas descalzas, hoy es un hotel boutique y espacio de bodas restaurado con mimo. Combina una arquitectura intemporal de ladrillo y piedra, pasillos abovedados, un claustro, dos patios y jardines repletos de lavanda con todas las comodidades de hoy en día.
La ceremonia será al aire libre en uno de los jardines, el cóctel en el antiguo claustro (ahora cubierto y acristalado) y el banquete en el salón de gala El Invernadero. Que no os despiste el nombre: hay aire acondicionado en todos los espacios interiores, así que el calor de agosto en Madrid no debería apretar demasiado. Terminaremos la noche en Las Bóvedas: unas antiguas salas de piedra abovedadas reconvertidas en pista de baile, donde estaremos hasta altas horas de la madrugada del domingo, al más puro estilo español.
No lo supimos hasta después de reservar, pero en los años sesenta una prima de la abuela de Fran vivió en este convento. Recién llegada a Madrid con tan solo 15 años tras dejar su pueblo en Ciudad Real para trabajar en la gran ciudad, la abuela de Fran iba muchos domingos a visitarla.
